Reflexiones sobre la Semana Santa de Sevilla

Me parece una buena idea mandaros un correo interesante hablando un poco sobre la Semana Santa y el por qué de muchas tradiciones que tenemos en esta fiesta en la que mezclamos el folkore y la religiosidad popular.

Para empezar, hablando sobre nuestra semana santa, no podemos olvidar los grupos de personas que hacen posible esta fiesta nuestra, y que la entegran, las hermandades. Las hermandades son grupos de personas agrupadas por su fe cristiana, y que se unen para rendir culto y hacer presente el mensaje de Jesucristo en nuestra ciudad. Este es un extracto de las reglas de la hermandad de la Vera Cruz. Os lo copio para que veáis realmente que es eso a lo que llamamos Hermandad:

Esta hermandad está constituida como Asociación pública de la Iglesia Católica, a tenor de lo dispuesto en el Código de Derecho Canónico y de las Normas Diocesanas para Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de Sevilla.

Son sus fines generales amar y servir a Dios sobre todas las cosas, a la Stma. Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia y a nuestro prójimo como respuesta plena al Mandamiento del Amor. Estos fines se manifestarán a través del culto público (interno y externo), de la formación integral de la persona y del ejercicio de la caridad.

La hermandad tendrá como finalidad especial la de agrupar a cuantos bautizados quieran dar cauce a su vida cristiana mediante el culto, animándoles a un mayor conocimiento y vivencia del mensaje de Jesús y creando así un grupo de promoción cristiana, orientado a su inserción en la comunidad local en función de la Iglesia Universal. Al mismo tiempo, procurará extender el Reino de Dios por la práctica de la caridad, especialmente enfocada hacia la formación, la asistencia al necesitado y la vivencia ejemplarizante del Evangelio, tomando a la Iglesia local como medio que enriquece la espiritualidad propia de la hermandad, por cuyo motivo la hermandad se convertirá en colaboradora de la Parroquia y de cualquier comunidad local que desarrolle actividades de evangelización y asistencia social.

Si nos ponemos a estudiar nuestra Semana Santa, podemos ver que las diferencias entre un via crucis en cualquier Iglesia y las estaciones de penitencia a la Catedral no son tantas. A mi modo de ver, son solo unas poquitas.

La primera es muy evidente. La clara expresión artistica popular (hecha por y para el pueblo) en una expresión pública de Fe. Esta Semana Santa nuestra solo es una evolución de aquella Semana Santa de hace practicamente 500 años, cuando el Gran Poder, la Macarena, los Gitanos… y tantas hermandades y tallas famosas y queridas por el pueblo ni siquiera existían. Es curioso pensar en cómo sería nuestra ciudad hace una centuria… cómo sería la vida entonces… Quizá en una ensoñación podríamos imaginar como el Cristo de la Vera Cruz era portado en una cruz con dos asas por un sacerdote, mientras cuatro frailes franciscanos custodiaban la imagen iluminando la imagen con los ciriales (que hoy en día con tanta luz eléctrica han perdido su función) de cera verde esperanza, siguiendo la estela luminosa de las velas que los hermanos portaban guiando la procesión de camino de regreso al Convento de San Francisco.

Noche cerrada, la ciudad estaría gobernada por un silencio sepulcral. Probablemente hasta las tabernas más lujuriosas de la ciudad, que conociendo nuestra idiosincrasia no serían pocas, guardaban un respetuoso silencio casí impensable en la actualidad. Desde lo más alto de la ciudad, el minarete de la antigua mezquita todavía sin campanario, se vería nitidamente al Cristo de la Vera Cruz iluminado por esas cuatro velas, y el silencio permitiría oir los rezos cantados de los frailes. El cortejo recorría los monumentos realizados después de la Santa Misa del Jueves Santo en distintas iglesias de la ciudad. Según la página de la hermandad de la Vera Cruz, salían a las 10 de la noche, y acudían a la Catedral, al Salvador, al Convento de San Pablo (actual Magdalena) y a la antigua iglesia de la Magdalena (se la cargaron los franceses), para volver cerca de la 1 de la mañana.

En definitiva, poco se parecía en los albores a la Semana Santa actual. Otra de las características de la Semana Santa es la referente a su patrimonio. Cabe preguntarse a quien pertenece dicho patrimonio, y ocurre la misma controversia que con el patrimonio del Vaticano. Mucha gente se apresura a juzgar diciendo las célebres frases que hacen mención a «los curas y su riqueza», cuando es más bien patrimonio de la Iglesia (aquella célebre frase de aquel que dijo que «la Iglesia somos todos» ejjeje), de la ciudad, de la humanidad… Acaso la Iglesia debe sacar a subasta todos sus bienes y negar al pueblo ese arte que a protegido y fomentado durante tantísimo tiempo. Es posible caer en la fácil demagogia de venderlo todo y donarlo en alimento al tercer mundo, teniendo «pan para hoy, hambre para mañana», pero no creo que la solución del mundo sea hacer otra desamortización y que gente como el actualmente famoso gerente de urbanismo del ayuntamiento de Marbella que puedan permitirse pagar una millonada por la capilla sixtina, se la lleve a su salón y la coloque de techo para su clección de animalitos disecados. La solución no es darle 1 trillón de pesetas a la Iglesia, que solucione esta temporalmente le hambre en el mundo, y que el poder siga en manos de unos pocos y dentro de 200 años volvamos a estar como estamos mientras gente con una gran fortuna puede permitirse el lujo de colocar en las columnas de su salón los frisos del partenón, o la talla del cristo de la Buena Muerte de Juan de Mesa en el recibidor de su enorme mansion.

Si me preguntáis si yo lo haría, mi respuesta es inmediatamente que si, que lo vendería todo, que el arte está mucho más abajo que la vida en mi escala de valores, y también de la de la Iglesia. Que Jesucristo podría decirnos que es capaz de destruir el Vaticano y construirlo en 3 días, como hizo hace 2000 años con el templo de Jerusalem, y que lo importante es el templo de la vida, pero no debemos equivocarnos y afirmar que todo este patrimonio artístico pertenece solo a «los curas». Hablando de patrimonio, ¿acaso nos atrevemos a vender los regalos que nos hacen por reyes o en nuestro cumpleaños? Quizá la Iglesia deba educar (como aseguro que hace la Congregación ha hecho conmigo) a no dar solo mantos a la Virgen y hacerlo también al pueblo. Este año hay un detalle curioso y muy bonito. La hermandad de los Javieres estrena este año el manto de la Virgen. El manto se lo ha regalado un hermano, que quedándose huérfano durante la guerra, lo adoptaron los Jesuitas que fundaron la hermandad. Seguramente, este hombre no haya hecho solamente esta donación, pero aunque lo haya hecho… cada una hace con su dinero lo que quiere, y hay gente que lo invierte en comprar arte. Éste hombre no lo ha comprado para él, lo ha comprado para donarlo a esa gente que lo adoptó y enriquecer así esa estación de penitencia que realizan y para el deléite de toda la gente que sale a la calle a vivir la Semana Santa.

La Semana Santa ha mezclado la religiosidad con el fervor popular y el folklore, y es cierto que en ella hay bastante totemismo, pero no sería justo afirmar que reina el totemismo. Es una forma preciosa de recordar la pasión de Cristo, en la que el creyente se queda con el Misterio y realiza una intima vivencia desde la Fe y la próxima relación con Dios en las calles de Sevilla, y el no creyente se queda en la superficie deleitandose con la cara más barroca de nuestra ciudad: los sonidos y aromas que acompañan a todo ese patrimonio artístico que cuenta la nutrida imaginería sevillana que sale a las calles los días de esta Semana Grande.

Solo quiero dejaros una pregunta después de esta aburrida disertación, ¿Qué sería Sevilla sin la tradición? A mi la tradición me encanta, y hay que seguirla, pero todos sabemos que no podemos tomar tampoco las tradiciones como axiomas. La ciudad irá cambiando, adquiriendo nuevos aires modernos, pero no creo que ninguno quiera que desaparezca nuestro casco histórico o se modifique sustancialmente… pero unas setas nunca vienen mal… y menos en la Encarnación que lleva 20 años cubierta con esas malditas vallas… y como he oido hace un rato, en el ABC de hoy han hecho un fotomontaje del Cristo de la Sangre de San Benito pasando por allí… y seguro que es precioso, y podremos ver por allí en un par de años cofradías de forma más pintoresca si cabe.

Ya no os rayo más, espero que paséis una buena semana, y que seáis felices y buenos, que aunque no creáis en Dios, Él si cree en vosotros, más incluso de lo que yo creo.

Un abrazo y Feliz Pascua

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